Estrategias prácticas para mantenerlas durante más tiempo, aprovechando pequeños cambios en la manera de almacenarlas y así evitar que pierdan calidad.
Estos jugosos frutos rojos, conocidos en algunos países de América del Sur como “frutillas” y en la mayoría de los países de habla hispana como “fresas”, son mucho más que un simple placer estacional. Años de investigación han revelado múltiples beneficios para la salud asociados a su consumo. Desde potenciar la función cerebral hasta proteger el corazón, estas deliciosas frutas demuestran ser extraordinariamente nutritivas.
Conservar las frutillas durante más tiempo puede ser un desafío, especialmente cuando se almacenan en la heladera. Sin embargo, existe un truco sencillo y eficaz para conservarlas en la heladera sin que se echen a perder. Este método ayuda a eliminar bacterias y moho, extendiendo su vida útil.
Cómo conservar las frutillas en la heladera
Una vez que hayamos comprado las frutillas, debemos hacerle un proceso de limpieza para eliminar todas las bacterias. Para hacer esto de manera eficiente, es recomendable sumergirlas en un litro de agua con unas gotas de lavandina que sea apta para alimentos.
Luego, hay que enjuagar las frutillas con abundante agua para eliminar los restos químicos. Además de esto, hay que secarlas individualmente con una servilleta de papel, ya que no hay que dejar que se genere humedad entre ellas.
Por otro lado, en un recipiente amplio debemos cubrir el fondo y los bordes con papel de cocina. También, colocar las frutillas y tapar la parte superior con papel film. Para terminar, hacer unas pequeñas perforaciones en el plástico para permitir que circule el aire y guardarlo en la heladera.
Cuánto tiempo se pueden conservar las frutillas en la heladera
Las frutillas pueden conservarse en la heladera entre 5 y 7 días si se almacenan correctamente. Para maximizar su vida útil, es importante no lavarlas hasta justo antes de consumirlas y mantenerlas en un recipiente bien ventilado, preferiblemente con papel absorbente en el fondo para controlar la humedad.
De esta manera, si se encuentran almacenadas correctamente, las frutillas pueden durar ese tiempo determinado en la heladera. Es recomendable seguir los consejos anteriormente mencionados para extender su frescura y poder consumirlas en ese periodo.
Los beneficios de las frutillas para la salud
Las frutillas ofrecen varios beneficios para la salud. Son ricas en vitamina C, lo que fortalece el sistema inmunológico y promueve la salud de la piel. Contiene antioxidantes, como las antocianinas, que ayudan a combatir el estrés oxidativo y reducir la inflamación. Además, son bajas en calorías y aportan fibra dietética, mejorando la digestión y promoviendo la saciedad. Las frutillas también pueden contribuir a la salud del corazón al mejorar los niveles de colesterol y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Es una de las frutas con número menor de calorías y su consumo ayuda a mantener la piel hidratada; combate el estreñimiento debido a la fibra, evita enfermedades oculares, debido también a la vitamina C y los pigmentos como la luteína y la zeaxantina.
La frutilla, además de grandes cantidades de agua, está compuesta por vitaminas A, C -más que la naranja, inclusive-, E, B1, B2, B3 y B6; así como hierro, calcio, magnesio, potasio, fósforo, yodo y fibra; también ácido elágico, cítrico, málico, oxálico, salicílico y fólico.
“En promedio, las personas que comen más frutillas parecen vivir un poco más”, dijo Eric Rimm, profesor de epidemiología y nutrición en la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, en un artículo del Washington Post. Incluso, sugirió comer una taza de frutillas frescas al día cuando estén en temporada para obtener beneficios para la salud. Además, señaló que las frutillas proporcionan potasio, magnesio, vitaminas C y K, fibra y prebióticos, carbohidratos que ayudan a promover un intestino sano.
Otros estudios sugieren que las frutillas pueden prevenir enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. El Rush Memory and Aging Project encontró que las personas que consumían más fresas tenían un 34% menos de riesgo de desarrollar Alzheimer, según consignó Cleveland Clinic. Los antioxidantes de las fresas parecen proteger contra la inflamación y el daño celular relacionados con el Alzheimer.