La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ya alertó de la presencia de un potente químico del que se han encontrado muestras en productos como el arroz. Se trata del arsénico y pese a lo alarmante del mensaje, tomando unas precauciones básicas, se puede combatir para evitar cualquier tipo de efecto contrario a la salud.
Para empezar, hay que tener claro que no todos los arroces son iguales y no todos tienen por qué contener arsénico. Los granos son diferentes, las tierras donde se cultivan tampoco son las mismas, además de los condicionantes naturales, que también tiene su cuota de influencia.
“La existencia de arsénico en el arroz no es algo nuevo. Lo más importante sería decir que bastaría con poner en remojo durante dos horas el cereal que vayamos a cocinar.” Con estas palabras, Javier Aranceta, presidente de la Real Academia de Medicina del País Vasco, “restaba” importancia a la alerta.
Qué resultados ofrece el estudio
El análisis llevado a cabo por la OCU desveló que, tras estudiar 136 muestras elaboradas a base de este cereal, los resultados revelaron que existen “pequeñas cantidades de arsénico inorgánico, especialmente en el arroz integral y las tortitas de arroz, donde los valores son más altos”.
Además, apunta a que los cereales habituales del desayuno y el arroz blanco, también presentan restos químicos de arsénico aunque en menor medida. Desde la OCU tranquilizan a todos al asegurar que “la cantidad de arsénico encontrada está por debajo de los valores permitidos”.
Pese a estos “tranquilizadores” datos, hay un producto que sí mantiene en alerta a los investigadores y se trata de “algunas” papillas de cereales, que en dos raciones pueden contener más arsénico “del límite admitido para un bebé de seis meses”. Por su parte, a diferencia de estos, los tarros infantiles de arroz analizado, no presentan cantidades detectables de arsénico.
