Música

Coldplay presentó su disco con un evento inmersivo en el Valle de la Luna: una preescucha mágica entre la tierra y el cielo

El grupo británico reafirmó los lazos con nuestro país y convocó a una experiencia histórica en el Parque Provincial Ischigualasto de San Juan para mostrar las canciones de Moon Music, el álbum que se publicará este viernes.

En la vasta extensión del Valle de la Luna se vivió uno de esos momentos que parecen haber sido arrancados de una dimensión paralela. Allí, bajo el cielo inmenso de San Juan, la banda británica Coldplay eligió presentar su nuevo álbum, Moon Music, en una preescucha tan original como inesperada. El paisaje, esculpido por millones de años de erosión, se convirtió en el escenario perfecto para una experiencia audiovisual que trascendió las fronteras de lo convencional. La elección del lugar fue, en sí misma, una declaración de intenciones: un sitio apartado, místico, donde el tiempo parece haberse detenido, como una metáfora visual de lo que la banda intenta transmitir en Moon Music, su décimo álbum de estudio, que se editará el 4 de octubre.

El Parque Provincial Ischigualasto, con sus formaciones geológicas únicas, reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, presenta un aire de irrealidad, como si fuera un paisaje de otro planeta. Su silencio, su inmensidad, y la forma en que las sombras caen sobre las rocas al atardecer lo convierten en un sitio que evoca tanto el pasado primigenio como una visión de un futuro posible, lejano y desconocido. El lugar parecía estar esperando a que algo extraordinario sucediera, y Coldplay lo convirtió en el epicentro de su arte.

Para llegar hasta allí, los asistentes tuvieron que recorrer un largo trayecto desde lo que conocemos como civilización. Cuatro horas de viaje separan la ciudad de San Juan de este rincón desértico, un viaje entre montañas, valles y caminos serpenteantes que parecían extenderse hacia el infinito. Una vez en la base del parque, aún faltaba el último tramo: un viaje en combis que transportó a los 200 afortunados hasta El Hongo, una geoforma esculpida por los elementos, que ese día se convertiría en el punto central de un espectáculo irrepetible.

Transportar equipos de sonido, proyectores y a los invitados hasta un lugar tan inhóspito y alejado de los centros urbanos implicaba una planificación meticulosa, donde nada quedara librado al azar. Cada asistente tenía asignado un almohadón para sentarse frente al Hongo, junto con unos auriculares que les permitían sumergirse completamente en la música. Las pulseras luminosas, características de los conciertos del grupo, complementaban la experiencia, creando pequeños destellos de luz en medio de la oscuridad creciente del valle.

Aunque Coldplay no estuvo presente físicamente en el evento, supieron cómo dejar su huella. Cuando la noche comenzó a envolver el valle, a las 20 en punto, una voz familiar emergió de los auriculares de los asistentes: Chris Martin, en un fluido español, agradeció la presencia de todos y destacó la relación especial que la banda construyó con su audiencia argentina a lo largo de los años. Su mensaje fue breve, pero cargado de emoción. Era un gesto simbólico, que reforzaba la conexión de la banda con un público que fue testigo de momentos históricos, como los diez conciertos consecutivos en el Estadio River Plate.

El discurso de Martin fue el preludio perfecto para lo que estaba por ocurrir. Tras sus palabras, una luz azul trazó el contorno de El Hongo, transformando esa estructura de roca milenaria en el punto focal de un espectáculo visual y sonoro que deslumbró a todos los presentes. En ese instante, la primera nota de Moon Music resonó en los auriculares y la magia comenzó a adquirir otra fisonomía.Los asistentes vibraron con Coldplay en el Valle de la Luna (Gentileza Warner Music)Los asistentes vibraron con Coldplay en el Valle de la Luna (Gentileza Warner Music)

Cada canción del nuevo álbum fue acompañada por un diseño visual propio. Las proyecciones sobre El Hongo y las Barrancas Coloradas al fondo crearon una atmósfera inmersiva, casi surrealista. En un momento, el paisaje se convertía en una Vía Láctea palpitante; en otro, los asistentes eran arrastrados por un remolino de luces y colores que parecían bailar al ritmo de la música. Las proyecciones, cuidadosamente diseñadas, interactuaban con las formaciones naturales del valle, haciendo que lo inanimado cobrara vida, que la piedra respirara y el cielo vibrara.

Lo que podría haber sido una simple preescucha se convirtió en una experiencia multisensorial, donde la música y el paisaje se fusionaban de manera tan íntima que era difícil distinguir los límites entre lo real y lo imaginado. El Hongo, esa roca solitaria en medio del desierto, se transformaba a cada canción, siendo en un momento un cielo estrellado, en otro un bloc de notas donde las letras de las canciones parecían escribirse solas. Incluso las barrancas del fondo se vieron intervenidas por efectos de luz y sombra, al crear una sensación de profundidad que sumergía a los asistentes en un espacio que parecía extenderse más allá del horizonte visible.

Los afortunados que allí estaban, un grupo heterogéneo de periodistas, influencers, fans y autoridades locales, no pudieron evitar sentirse sobrecogidos por lo que estaban viviendo. La mayoría había llegado al valle sin tener idea de lo que les esperaba, y la sorpresa fue total. Las primeras reacciones se mezclaban entre el asombro y la emoción contenida. Los fans, siempre apasionados y expresivos, se convirtieron en el núcleo emocional del evento. Su entusiasmo y gratitud, visibles en cada gesto, fueron el reflejo de una relación profunda que la banda cultivó con su audiencia argentina.

El silencio al final del evento fue tan significativo como la música misma. Nadie quería romper la magia. La última nota de Moon Music se desvaneció lentamente, y durante un instante, el desierto recuperó su quietud ancestral. No hubo aplausos multitudinarios ni lluvia de papelitos,, solo una sensación compartida de haber sido parte de algo que difícilmente se volvería a repetir. La experiencia había durado apenas 45 minutos, pero la impresión que dejó fue mucho más duradera.

Con Moon Music, Coldplay no solo lanzó un nuevo álbum, sino que también redefinió cómo se puede experimentar la música. Al elegir un lugar como el Valle de la Luna para dar a conocer las canciones, la banda demostró su capacidad para pensar más allá de los escenarios tradicionales y buscar siempre formas innovadoras de conectar con su público. La combinación de proyecciones visuales, un paisaje único y la ausencia de un escenario físico tradicional le dio a la música un nuevo contexto, uno donde las canciones cobraron una vida propia, más allá de la banda misma.

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